Tuesday, February 14, 2017

Día de los enamorados

                                               
                                                a Pablo Neruda

Versos tristes

“Puedo escribir los versos”…
Sí, yo también puedo
“escribir versos tristes esta noche”.
ésta y tantas otras noches
¿de sueños?
¿de vigilia las noches?
Como si no existieran los relojes
como si no existiera el universo
como si no existiéramos tú y yo;
tú te fuiste y yo aún no he llegado
y me duele el amor, me duele
no haber amado tanto, hasta morir,
me duele el infinito de su sombra
los párpados o el alma, cicatrices
que hoy se despedazan al mirarme
tan triste en el espejo
bajo la lluvia limpia de los ojos
y el lento acontecer del minutero
que me alarga la noche, que me alarga
porque estoy triste ¿sabes? Y me duele,
me duelo en mi dolor.
Ah, si tu amor fue verdadero, bien sabías
del diario dolor,
de ese dolor que punza y atraviesa
los estigmas que nunca cicatrizan.
                
      De amor y de canción desesperada
es esta noche, Pablo, amigo mío,
de luces que se apagan o no alumbran
mi música interior,
las huellas del camino que se acortan
y no llegan al mar
éste mar que recoge mi plegaria,
la enreda entre la espuma, la desdobla
y a la orilla devuelve, intacta, transparente.
Y cómo quema, Pablo, el amor hoy.
Cómo quema el recuerdo atormentado
de su voz, las oníricas caricias
de alguien que se escurre entre los dedos,
se escapa y no da marcha
al reloj que separa nuestras horas.

Amor, amor que me dejaste
tan vehementemente trasnochada,
mis lágrimas resbalan, se hacen hueco
y riegan las petunias que plantaron
nuestros días de Abril.
Nuestras manos unidas, ese Abril
caminaban la tarde bajo el sol,
el árbol.  Ya mi tarde
es noche, siempre noche y tan de luto
que atraviesa el cristal como una espada
que se hunde en lo infinito.
Latidos, turbios pájaros
que cantan hacia dentro, desconsuelo
garganta siempre seca, enronquecida,
tan plena de oleajes, de ojos verdes
que lloran y enceguecen la mirada.
Mi tiempo es ya cautivo de la muerte
no veo más que sombra ya y, mi pelo
--incontrolable zubia desbocada—
se vuelca, amarillece enfebrecido.
Mi frente se hace pálida, presiente
el peso del adiós, la despedida
del sueño que nos trajo aquél eclipse
de sol, de luna nueva, amanecida
de nunca primavera y mil colores
ardientes que armonicen el  paisaje.
Negro olor en la almohada.
Mi vino es vino agrio y el odre se me llena.

Ah, Pablo, Pablo, hoy te recuerdo
porque tengo el amor desesperado,
la canción que no entono porque es triste,
tan tristemente sola, amarescente…
Quiero hacer un paréntesis, quisiera
colgar a la tristeza, de mañana
mas hoy es esta noche y aún puedo
“puedo escribir los versos”…



                                           Isabel Díez Serrano  6- Junio de 2011

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