René
León
La veía meterse
en la playa al amanecer
y pensaba en lo sencillo
que es ser feliz.
Jugueteaba con las olas
que batían su cuerpo.
Oía sus carcajadas
y aquella alegría.
El cielo de la mañana
era espléndido,
y la joven seguía
jugando con las olas.
Las nubes corrían
de un lado para otro.
El mar estaba azul claro,
en una mañana de aire cálido.
A lo lejos se oía el
canto melancólico de los
pescadores,
y yo perdido junto al mar
con una mujer que nunca existió.
Quería abrir los ojos
y cerciorarme de que ella
estaba a mi lado,
de que no era un sueño.
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