Por Blanca Segarra
Vi tu cuerpo varonil
aquella noche estrellada,
las estrellas, deslumbradas,
se enamoraban de ti.
Vi tus ojos como el mar
y la luna desde el cielo
me dijo en un parpadear:
¡Ámalo, que yo no puedo!
Vi tu cálida sonrisa
endulzando aquel instante
y muy celosa la brisa
te quiso abrazar, vibrante.
Vi tu alma y me quedé
cautiva en ella de hinojos,
ante su luz me asombré...
¡Era más bella que tus ojos!
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