Tras los vitrales hay una transparencia.
Descorro las cortinas porque anunciaron lluvia
pero el sol se nos pone de repente
rabioso por entrar. Abro la hoja
y una luz infinita aturde mis sentidos.
¿De dónde luz, llegaste, en clave do-re-mi?
Tal vez adivinabas que hoy mis pasos
habrían de nutrirse solariegos.
Mis pasos que ya lentos se encaminan
a la cima del monte por el sendero azul,
aquel que recorrimos cuando niños surcamos
y nada nos paraba el pulso encabritado.
Hay una transparencia y es de incendio,
temblores me recorren al saberlo tan cerca.
Me atuso los cabellos,
coloco bien los pliegues de mi blusa
y espero que me tomes en esta hora blanca, transparente
por mucho que lo nieguen todos los Telediarios.
Isabel Díez Serrano
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