Por: Leonora Acuña de Marmolejo
(A mis hijos)
Fui un fruto
dehiscente
que se abrió a darte paso
y
tu primer gemido
de libertad y vida,
repercutió en mi mente
en rara paradoja
de dicha y de placer.
Si me pides ahora
con denuedo la vida,
de
nuevo yo gustosa
mi
vida te daré;
aunque sólo me quede
ya
mi último aliento,
te
lo daré gozosa
en
redoma, anhelante.
Trasegaré
también
en
el cristal más puro,
gota a gota el rubí
que por mis venas corre,
para insuflar de nuevo
la
vida entre las tuyas,
y
yo sabré que allí,
en
cada poro tuyo
alentaré de nuevo.
Y si me dices: “Madre,
tu corazón yo quiero”,
diligente y feliz
el reloj que me mide
y
palpitante aún,
lo pondré para ti
en bandeja de plata
porque sabré que así,
muriendo viviré…
*Poema del libro
“Brindis por un poema” editado por
Plaza & Janes, 1995
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