* Poema del libro BARAJA DE POEMAS. Ed. Betania, España (2.002)
Por:
Leonora Acuña de Marmolejo
Al
pájaro de acero ansioso entró
dejando ojos llorosos, suplicantes
confiados en que el
sueño alcanzaría.
En sus alas
llevaba la ansiedad
del piloto
que al aire se remonta
bajo el
embrujo del espacio ignoto.
Aquí al
edén de promisión venía
con su
valija de delirios llena,
colmada de
ilusiones y de sueños;
un mapa de caminos promisorios,
y un
corazón henchido de esperanzas.
Se había
deslumbrado al escuchar,
¡historias
bellas de La Gran Manzana!
Mas al
llegar a la Babel de Hierro,
un aire de
tormenta impío y cruel
destrozó la
valija de sus sueños,
y sus alas quebró con impiedad
Con pavor
vió sus cielos derrumbarse,
sus
proyectos volaron cual las hojas
de un otoño
agresivo, despiadado.
-Mejor, regreso a saborear
- se dijo-,
los dulces
frutos que en mi huerto en ciernes
por
seguir tras la mágica entelequia
en ardor
delirante abandoné.
¿Por qué
ambición mi tierra yo dejé,
-abismado y
dolido se inquiría-,
sin darme
cuenta que feliz yo era?
Cabizbajo, doliente, derrotado,
volvió a la
tierra compasiva y fiel,
que amorosa
aún guardaba sus jacillas.
Un grito
estremecido se escuchó,
en el confín
de aquel terruño amado ,
que
enternecido recibió su aliento;
al pródigo
envolvió con un abrazo,
y le dijo
amoroso: “Has vuelto, hijo;
ésta fue la
parcela que la vida,
con amor te
asignó para amelgar.
Cultívala
feliz, y arranca de ella,
los tesoros que duermen
soterrados;
la críptica
raigambre de tu ancestro,
yace
enterrada aquí, bajo este cielo,
y los
ombligos de tu raza están
¡bajo el suelo
en que pisas y aún te esperan!”