José Ángel Buesa
Una tarde lejana,
el hombre enamorado del amor
fue a recoger, al pie de una ventana,
un beso y una flor.
Abajo estaban Ella,
la flor, el beso y el atardecer;
pero allá arriba, en la ventana aquella
se asomaba una sombra de mujer.
Y el alma se le iba
al hombre enamorado del amor;
y sus ojos miraban hacia arriba
al dar el beso y al coger la flor.
Nunca supo quién era.
Nunca la volvió a ver
Pero el perfume de su cabellera
llenó de rosas el atardecer.
Y hoy al pasar, con cabeza cana,
el hombre enamorado del amor
suspira por la sombra en la ventana
sin recordar el beso ni la flor ...
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