Eliana Onetti (Cuba) (†)
muerde fiera y sañudamente la frágil conciencia,
cuando las rosadas ilusiones del albor primero
se desmayan tristemente lacias en el alma mía,
cuando horizonte y pasado se mezclan en una
sola raya negra, irremediablemente amarga,
recurro al verso.
Cuando la pena se enrosca y oprime el pecho
como coyunda de acero que hiere y que rasga,
cuando dolores de alma y de cuerpo se abrazan
en un solo gemido desmayado y lastimero,
cuando esperanza y recuerdos son un solo grito
huero derramado en solitario y sin remedio,
recurro al verso.
Cuando agobian las tristezas de este mundo nuestro,
hosco y yermo, cruel y adusto, vano y enteco;
cuando tremolan la ira, la indignación, el miedo,
bajo las torpes orgías de sangre, de hambre, de cruz,
cuando veo que es inútil la virtud y mentira
la belleza y utopías el honor y la verdad,
recurro al verso.
Cuando faltan ya las fuerzas para proseguir el sueño,
cuando dudo a solas, cuando pienso y me pregunto
de qué sirve que tengamos los humanos Padre Nuestro,
cuando vuelvo atrás la vista y veo duelos, luto,
jirones de vida, quebrantos, vistiendo el recuerdo
con mezquindad, genocidio, locura, odio, infierno,
recurro al verso.
Recurro al verso, promesa eterna de plenitud,
que trueca la negrura de mi pozo en tibia luz.
Recurro al verso, bálsamo excelso de redención,
que cierra heridas con la cadencia de cada rima,
Recurro al verso, donde cohabitan quimera,
ficción y desvarío en delirio de esperanza
con fidelidad inaudita.
Y es entonces, ¡alma mía!,
quimérica creación de lo imposible,
incólume y rediviva,
que retomas tu fervor y tu alegría.
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