Tomado de: Los Poetas
ROSALÍA DE CASTRO
(1837 – 1885)
Nació en Santiago de Compostela. Fue bautizada con los nombres de María Rosalía Rita. hija de padres desconocidos. Muy poco se sabe de su educación. Se sabe que en la escuela mostró talento de versificadora. También le gustaba el dibujo, la música y la declamación.
Rosalía de Castro contrajo matrimonio con Manuel Martínez Murguía, erudito cronista de Galicia. Al año siguiente Rosalía da luz a su primera hija, Alejandra, a la que han de seguir seis hijos más. Su domicilio cambió varias veces, entre Madrid y Simancas. Rosalía nunca disfrutó de buena salud. Luchó siempre contra enfermedades, y a menudo con la penuria, vivió dedicada a su hogar, a sus hijos y a su marido, nunca aspiró a la fama. Su marido fue quien la convenció para que publicara sus obras. Murió de cáncer a los cuarenta y ocho años en su casa de Padrón, la cual hoy es un museo. Todos sus hijos murieron antes que ella, sin poder dejar herederos.
Compuso sus primeros versos a la edad de 12 años. A los 17 años ya era conocida en el "Liceo de San Agustín". por su primer libro; La Flor. y Follas Novas: es el título de su último libro que contiene su manera de ver la vida, en el muestra su esencia vital. Rosalía muestra una visión sombría de la existencia humana. En los Cantares, Rosalía asume la voz del pueblo gallego. Su obra maestra en castellano es En las Orillas del Sar, versos de tono íntimo, de extraña penetración, cargados de nocturna belleza. Merece ser considerada, al lado de Gustavo Adolfo Bécquer, como la precursora de la Modernidad e iniciadora de una nueva métrica castellana.
Candente está la atmósfera
Tomado de: The Ink Brain
Candente está la atmósfera;
explora el zorro la desierta vía;
insalubre se torna
del limpio arroyo el agua cristalina,
y el pino aguarda inmóvil
los besos inconstantes de la brisa.
Imponente silencio
agobia la campiña;
sólo el zumbido del insecto se oye
en las extensas y húmedas umbrías,
monótono y constante
como el sordo estertor de la agonía.
Bien pudiera llamarse, en el estío,
la hora del mediodía,
noche en que al hombre, de luchar cansado,
más que nunca le irritan
de la materia la imponente fuerza
y del alma las ansias infinitas.
Volved, ¡oh, noches del invierno frío,
nuestras viejas amantes de otros días!
Tornad con vuestros hielos y crudezas
a refrescar la sangre enardecida
por el estío insoportable y triste…
¡Triste… lleno de pámpanos y espigas!
Frío y calor, otoño o primavera,
¿dónde…, dónde se encuentra la alegría?
Hermosas son las estaciones todas
para el mortal que en sí guarda la dicha;
mas para el alma desolada y huérfana
no hay estación risueña ni propicia.
Nota del Editor de Pensamiento:
Azorín en su libro Clásicos y Modernos, publicado 2 de Febrero de 1939, en la página (37) dedicado a la obra de la escritora Rosalía de Castro, habla sobre su poesía, y como había sido ignorada por los críticos de aquella época. Y como años más tarde se le reconoce a sus poesías castellanas y gallegas un gran valor. Como dice Azorín: “La poesía de Rosalía, en cambio, produce una impresión de suavidad, de dulzura, de sentimentalidad íntima y efusiva, de luz difusa y vaga”. (38). En 1909 se han publicado las obras completas de Rosalía de Castro, uno de ello es En las orillas del Sar, el prólogo por su esposo, don Manuel de Murguía, y decía en una de sus partes: “Causó su innovación tanta sorpresa –añade- que su libro En las orillas del Sar fue, por de pronto, mirado desde el punto de vista, como un atrevimiento indisculpable, por unos; para los más, como un enigma”. (39). Azorín que era un verdadero crítico al analizar su poesía nos dice: “El poeta, por ejemplo, tiene ante sí la visión de un bosque rumoroso y vasto; es en otoño; las hojas van cayendo y cubren de una alfombra amarillenta la tierra. Una “honda angustia” se apodera de Rosalía; su pecho se siente oprimido. Y en ese momento –enlazando, sin decirlo, esta tristeza del otoño y este caer de las hojas con recuerdos y remembranzas que no se nombran-; en este instante, angustiada por la evocación íntima del pasado, Rosalía pregunta: “ Pregunta qué me ha concedido el cielo una tan terca , tan fiel memoria”. (39)
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