Tomada de: Cultura Cientifica |
No pongamos
distancias entre los frutos y los besos,
ni entre la
tierra buena y las raíces
deseosas de
elevarse sobre el mundo
para
contemplar la mar.
Ni siquiera
entre el verso triste y el alegre.
Las
distancias siempre nos acercan la noche
que nunca
pudo percibir la sencillez
absoluta de
los almendros en flor. Unamos
nuestro sol
invisible, nuestro corazón siempre
esperanzado
y fecundo, nuestro verso
recién
nacido, nuestra palabra cálida
y virginal…
a los veneros del alba para libar
de ellos
luz, y a los del llanto y las tinieblas
para
secarlos desde sus orígenes.
Dejémosle
las distancias al tiempo.
Él será
quien, sutilmente, las imponga
a su paso
tan inexhaustible como disciplinado.
Carlos
Benítez Villodres
Málaga (España)
(Del libro SUSTANCIA DE VIDA, Editorial “Corona del
Sur”. Málaga, 1998)
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