Te me fuiste, madre
mía,
dejándome sola y triste
y nunca supe decirte,
I
lo mucho que te queria.
Dios me dió tu compañía
por noventa y siete años.
El no verte me hace daño,
lloro mucho todavía.
Quiero
recordarte, cuando
en la tarde yo llegaba,
y en tu cuarto te encontraba,
con tu rosario rezando.
Cargada de años y arrugas,
tu silueta en la ventana,
tu mente clara y muy sana,
hablando siempre de Cuba.
No tengo tu fortaleza,
ni tu valor ni tu empuje
y un dolor que siempre ruge
atormenda mi cabeza.
Por verte,
mi alma suspira,
a tu tumba no he llegado,
sé bien
que del otro lado,
desde una estrella me miras.
Mart a N.
Henderson.(†)
Segundo domingo de mayo, " Dia de las Madres "
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