Del cielo bajó una estrella en una nave de luz, con un nombre, el de Jesús y era en sí mi Cuba bella.
Y por defenderla a ella yo no sé de qué manera hacerle honores pudiera para verla al fin dichosa, y del clavel a la rosa brindar por mi Cuba entera.
Brindar por Cuba quisiera que es mi dicha y mi pasión, para hallar consolación de esta interminable espera; pues Cuba se desespera por la herida lacerante,
que le sangra cada instante por la maldad de un traidor, un siniestro dictador mal llamado comandante.
A esos buitres genocidas se les pasará la cuenta, pues ya son más de cincuenta años tronchando las vidas, con maldades escondidas a un pueblo culto y decente,
que expulsará al insolente con el esfuerzo de todos,
y al barrer aquellos lodos, Cuba será independiente.
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