I
Hoy te
he visto suspensa, entretenida
con la
mirada fija y conveniente,
el
pensamiento vuelo incandescente
que
sabe retornar a su guarida.
Hoy te
he visto, princesa, enriquecida
tus
vuelos eran altos, y aunque ausente
no he
querido romper ese silente
estado
de tu mente, entretejida.
Sé que
estás dando vueltas a las cosas,
sé que
subes y bajas de las nubes
para
encontrar respuestas animosas.
No te
inquietes, tus dudas pudorosas
te
sostendré en mis manos mientras subes
y bajas
con un gran ramo de rosas.
II
Digo
que subes, bajas cual querube;
ay
amor, si yo tuviese cierto
esta
gran apertura, este concierto
que nos
une, nos ata ya a tu nube.
Pero sé
que aquel día que mantuve
la
ilusión de encontrarte se me ha muerto
y he de
tener de nuevo bien abierto
el
corazón, guardar lo que retuve.
Mi
niña, mi princesa, flor de loto,
buganvilla
o, ciprés en horas tristes
vamos a
perpetuar amor remoto.
Que la
flor y la vida te conquistes,
tu gran
fuerza nos traiga el alboroto
de tu
resurrección, en la que insistes.
Isabel Díez Serrano
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