Por: Leonora Acuña de
Marmolejo
¡Es hora de dolor y de
tinieblas!
Del Cordero de Dios, viviente cirio,
ya agoniza
la llama en el martirio
de ver la
humanidad aún entre nieblas.
Al Gólgota subió con humildad.
La voz de bronce en la campana gime,
y a su madre María el dolor le oprime
la entraña en que anidó Su Majestad.
El Nazareno, manso va al Calvario
cual lirio
ensangrentado en el dolor,
¡mas Redentor, más de una cruz llevara!
La cruz que
nos recuerda ante el sagrario,
¡que su vida inmoló con
gran amor,
dejándonos
de honor una alfaguara.
* Poema del libro
“Horas iluminadas”. 2013
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