Antonio A. Acosta, De la
Soledad a tus Orillas, Antología Poética 1985-2012
Comentario:
Deseo empezar por un poema que
desde que lo leí quede impresionado por
el mensaje que lanza. Donde se ve el amor por la patria lejana, el recuerdo de
los amigos idos, y un pensar que quizás
no vuelva más:
¡Cuántos amigos ya se hallan ausentes!
¡Cuántos ojos consumidos de distancia
Miran lánguidos la eternidad de los cipreses,
de la soledad a tus orillas.
¡Cuántas lunas han visitado mi desierto!
Y en la iracunda febril de la ponzoña,
¡Cuánta sangre honrada ha naufragado
de la soledad a tus orillas.
Los versos brotan como el agua del pozo,
clara, enérgica. Donde las puras aguas ceden y la poesía brota, y el resplandor
de una metáfora, con su espejismo verbal. En todos nuestros corazones hay una
vena de poeta. Carlyle, dice:…si nuestra descripción es auténticamente musical,
no sólo en la palabra, sino en el corazón, en la sustancia, en sus pensamientos
y articulaciones, en su concepción entera, entonces será poética, pero nunca de
otro modo”.
El lector tiene en sus manos
un verdadero joyero de excelentes poemas que han nacido en la mente de un
verdadero poeta, que los escribe con sentimientos de disfrutar al escribirlos.
En Yo soy de Pinar del Río, él hace un recuento de su tierra
vueltabajera, donde nace y se cría. Y de la tierra, como dice: “de miel y de
son”, y del campesino “que en desvelo, pero siempre de alegría, quien despierta
cada día en alabanzas al cielo”. Es un canto a su tierra, donde nació y se
crió, y paso su juventud. A su Patria
añorada y querida.
En Borom Bom Bo, “Color de bronce y café/ Dorotea la mulata; sí que
baila como “e.” /Su cintura se arrebata./ con el ritmo de un bembé./.” Este poema muestra la llamada poesía negra, y
así el lector tiene una idea de lo que corre por estas bellas páginas de poemas
de gran calidad.
En la La Rumba de Estefanía
“Rompen la noche serena/ acordes madrugadores,/ mientras la rumba
morena/ huele a mulata y tambores./
“Al vaivén de su cintura/ la rumbera Estefanía/ columpiaba/ su
hermosura/ cuando al bailar se movía/.
Es la sensualidad del cuerpo de
Estefanía, que va moviendo su cintura al compás de la música. La mulata símbolo
en nuestra patria, de hermosura y sensualidad con su cuerpo exuberante y sus caderas de fuego.
“Retumba, tumba, le zumba/ el
mover de Estefanía; tumba, retumba, le zumba,/ mañana será otro día.
Actualmente vemos la tradición y conservación de la poesía con
sabor afrocubana por los poetas, en este caso Antonio Acosta, que viven en
playas americanas, muy alejados de la tierra materna, por motivos políticos y
sociales. Se ve la transculturación o
digamos transferencia cultural de dos civilizaciones distintas. La africana y
la europea. Que en contacto carnal, produce un nuevo tipo de poesía “poesía
afrocubana”.
Sé Que Volveré:
Quiero sembrar una flor en mi jardín de nostalgia,
y quiero verla crecer y disfrutar su fragancia.
Yo siempre fui jardinero y cultivé mis gardenias
cuando el alba se asomaba en mi cantera de sueños.
Antonio Acosta, es un creador.
Un vate que dice mucho, que va como hemos visto anteriormente en su poema de
sabor “Afrocubano”, para expresar en su mente, su honda inspiración, donde la
matiza de adornos auténticos. En ‘Sé Que
Volveré” este poema se ve su amor por la patria, su nostalgia por ese
pedazo de tierra que lo vio nacer. “Quisiera ver florecer azahares en mi
huerto. / ¡Cómo recuerdo El Naranjo cuando aquel suelo era nuestro!”. En su
mente maravillosa, se presenta el recuerdo de él paisaje de ese jardín florido,
que es su Cuba, el recuerdo de sus padres queridos, y de todo aquello que quedó
atrás.
Antonio Acosta, es poeta, ante
todo. Un poeta que hace poesía. Escribe sus vivencias de una manera única,
inspiradas en experiencias de su vida.
Se trata de un escritor poeta
que se campea por temas diferentes y variados, por eso su poesía tiene una
calidad e inspiración extraordinaria. Antonio es un hombre que le gusta
compartir sus conocimientos con sus amigos, y en este caso con los amantes de
la poesía.
René León
LOS CAMINOS DEL REGRESO
ReplyDeleteOda patriótica del Prof.Dr. Antonio A. Acosta
Que se rompan los muros del quebranto,
que han hecho murallas de atropellos.
Que abra en luz la senda tenebrosa
y aparezcan bandadas de palomas
en señal de paz y de concordia.
Que la nave del regreso tome prisa
con la brújula marcando rumbo sur,
para arribar a las arenas de la ausencia
sin traidores contaminando sus orillas.
Que se rompan al fin los paredones
manchados de sangre de los buenos
y en la zanja más profunda del subsuelo
que se entierren los despojos genocidas.
Que los vientos de otros lares
no enfermen la sementera,
con el polen saturado
de malévolas consignas.
Y el rojo de mi bandera
no comparta su dolor
con la enseña comunista.
Que el decoro de haga eco
de San Antonio a Maisí,
con una sola bandera
y una estrella solitaria.
Que se aromen de gardenias
los caminos del regreso,
y los odios y rencores
desaparezcan por siempre
en la Patria del Silencio.
Desde su atalaya literaria y personal, a caballo entre New Jersey y New York, el pedagogo, periodista y sobre todo poeta es también Colaborador de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y el laureado autor de señeros poemarios tales como Mis poemas de otoño, Imágenes, La inquietud del ala, Dimensión del alba, Raíz de flor y café, García Lorca-genio y voz, Cuba y la dictadura, y Cuando queda el sueño.
Evocando el ritmo como de marcha del verso del peruano Mariano Melgar en su “Marcha Patriótica” de comienzos del siglo XIX, Antonio A. Acosta tañe una lira muy afín a la del mexicano Manuel Acuña -pretendiente, al mismo tiempo que José Martí, al amor de Rosario de la Peña- en su poema “A la Patria”, y a la del colombiano Harold Alvarado Tenorio en su poema “La Patria”.
Así, el bardo cuya oda glosamos ha compuesto una exhortación –mas no un lamento-, un llamamiento –sin quebranto, sino con fe inconmovible en el despeje ansiado de los cielos oscuros cernidos sobre la Patria cubana por la Tiranía que la aflige-, enmarcado formalmente en una estructura polimétrica cuyo primer segmento consta de doce versos alternadamente decasílabos, eneasílabos y dodecasílabos, y cuyo segundo segmento lo constituyen dieciséis versos octosílabos de rima libre.
El resultado deviene el eco actual de la certidumbre expresada por José María Heredia en los versos finales del “Himno del Desterrado”:
¡Cuba! al fin te verás libre y pura
Como el aire de luz que respiras,
Cual las ondas hirvientes que miras
De tus playas la arena besar.