a mi hermano Julio
Caminábamos,
por la playa de preciosa arena,
que las olas iban salpicando.
Conversábamos,
recordando de nuestra juventud,
de aquellos años felices y alegres.
Cuando íbamos con los amigos
a nadar y pasear.
Nos reíamos de cosas
que se perdían en el pasado.
Se distinguía a lo lejos
el blanco velamen de un barco,
que parecía estaba parado
en las olas.
En la playa
corrían unos niños,
reían y gritaban,
eran felices.
Nos habíamos detenido,
mirábamos el paisaje,
el mar seguía batiendo
con sus olas la playa.
Y como dos sombras
seguíamos caminando,
pero ya era yo solo,
pues la otra sombra
había desaparecido.
Julio se había ido hacia varios años
para no regresar jamás.
Seguía caminando,
el sol reflejaba sus
últimos rayos de fuego,
hacia el mar que en calma
seguía salpicando con sus olas la playa.
Ya era de noche,
y la luna me miraba
con pálido y atónito semblante.
Las estrellas deban vueltas en rededor mío.-
Y yo,
caminaba por la playa
que el mar batía con sus olas.